Con el fin del curso escolar se dio por finalizada nuestra temporada de montaña, y con el inicio del curso hemos iniciado la nueva temporada.
Viendo las buenas notas del curso pasado y seguros de nuestros progresos comenzamos con el pico más alto de Palencia: El Curavacas (2.520).
Sacamos del fondo del armario la ropa de montaña, desempolvamos las botas, nos colocamos de nuevo la mochila y nos fuimos para Vidrieros.
Y allí estábamos, a los pies de ese gigante:
Álvaro dispuesto a encabezar la expedición y marcar el camino. Contaba que era la séptima u octava vez que subía, y se enorgullecía de que su primera vez fuera con 11 años;
Jesús con más ilusión que “un niño con zapatos nuevos”, pues llevaba varios años con ganas de subir y por distintos motivos todavía no lo había hecho;
Mario, novato en la materia, estaba un poco a la expectativa pero sin miedo ya que la otra y única vez que había subido una montaña fue el Espigüete (2.450) (este chico promete);
Javi calentando y preparándose para comenzar a subir sin descanso hasta que estuviéramos arriba;
Y Ester recordando que la otra vez que subió la salieron en los pies más ampollas que dedos tienen los mismos, y lo mal que lo pasó.
Caminamos durante una media hora con tranquilidad y en tono de paseo, hasta que llegamos a la falda.
Allí levantamos la mirada y mientras estábamos dándole un repaso al Curavacas mirándolo de arriba abajo y de abajo arriba alguien dijo: “Puff, lo que nos queda”. Y de manera automática todos agachamos la cabeza, nos colocamos en fila y, poco a poco, uno detrás de otro e intentando mirar hacia arriba lo menos posible fuimos subiendo.
En 2 horas y 40 minutos ya estábamos en la cima con una amplia sonrisa y respirando a grandes bocanadas el aire que solo en lugares como aquel puedes encontrar.
Comimos en la cima y bajamos por donde habíamos subido, y lo hicimos de una manera rápida aprovechando la roca suelta por la que puedes ir deslizándote. Unas 2 horas y unas cuantas culadas más tarde ya estábamos de nuevo a los pies del gigante y despidiéndonos de él hasta otra.
Para relajarnos y coger fuerza para el camino de vuelta nos fuimos hasta el Carrión, que pasa por el mismo pueblo de Vidrieros, y metimos los pies a remojo al tiempo que nos tomamos unos refrescos y nos comíamos unos pinchos de la famosa tortilla de Álvaro.
Curavacas on-line!!
ResponderEliminarYo quiero probar la "famosa tortilla de Álvaro", además no me digais esas cosas que con lo mal que se come en England....
Saludos
Muy bien ese club, y que bandera mas chula!!!!
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