jueves, 20 de febrero de 2014

Cascada de Mazobres

No había nada planeado, y sábado por la mañana caímos en la cuenta que entre S.Matias y Carnavales se nos había complicado el calendario y en un descuido nos quedábamos sin nieve. Así que el Churrero propuso subir el domingo, pero bajar a comer a casa, salida rápida.
Madrugamos un poco mas que otros días, un poco solo, y nos dirigimos hacia la zona de Guardo-Cardaño, con la idea de en cuanto encontremos nieve paramos, nos ponemos las raquetas y para arriba.
Así llegamos hasta el aparcamiento de pino llano, que estaba bastante concurrido y decidimos subir hasta la cascada de Mazobres.
Primer paso equipamiento, y como no hay nieve en el aparcamiento a colocar las raquetas para subirlas, que si a mi se me rompió la mochila la otra vez, que como las pongo, así se me caen...media  hora hasta que conseguimos estar listos. Y en marcha!!!
Primeros 50 mts, una curva.....y todo blanquito, así que descolgamos las raquetas y alguno otra media hora, que esto como se pone, como se mueve, como se ajustan. Y de nuevo en marcha!!!
100mts mas adelante, y oye, yo creo que esto no está bien (vamos que tenía la raqueta totalmente suelta de atrás), de nuevo reajuste, tensar bien las cuerdas. Y otra vez en marcha!!

A partir de aquí la ruta ya trascurrió tranquilamente, al principio era hielo, luego si salías de la parte pisoteada, nieve polvo.
Llegamos hasta la cascada, nos hacemos las fotos de rigor, un buen almuerzo y vuelta para el coche.
Mucha gente algunos hacia las cascadas, otros hacia el Espigüete y un buen día de montaña en el que acompañó el tiempo.
Nos vemos en la siguiente.
Churrero, Javi Vargas, Judit.

lunes, 17 de febrero de 2014

Collado Pinar de Velilla

Había mono de montaña, pero la mayoría tenían ocupado el fin de semana, así que al final consigo una compañera y allá que vamos con las raquetas en el maletero.
La idea era hacer ruta donde fuese que hubiese nieve, pero llegando a Camporredondo estaba empezando a nevar, y decidimos volver y hacer ruta por Velilla no se pusiese fea la carretera.

Aparcamos en la colonia del brezo para hacer la ruta del pinar, y dejamos las raquetas en el coche ya que no había apenas nieve y no merecía la pena cargar con ellas.
Después de visitar los miradores, empezamos a subir hacia el collado, la subida la hacemos poco a poco disfrutando del paisaje, mientras nos va cayendo una especie de nieve-granizo. 

Llegando a la cima la acumulación de nieve es mayor, sobretodo en el último repecho que es bastante pindio, alguna tiene miedo de quedarse tapada entre la nieve y las escobas que hay debajo y que no se la vea. 
Y por fin alcanzamos el collado con unas rachas de viento que casi nos hacen darnos la vuelta de inmediato, pero al final podemos disfrutar del paisaje a los pies de Peña Mayor.



La bajada la hacemos cómodamente y durante un rato entre una buena nevada.
Nos vemos en la siguiente
Ana y Judit

martes, 11 de febrero de 2014

NACIMIENTO RIO CUERVO

Aprovechando una escapa a las tierras conquenses, tan desconocidas y a la vez tan sorprendentes, aprovechamos para visitar la Ciudad Encantada y el Nacimiento del Río Cuervo.

La Ciudad Encantada después de una nevada que acababa de caer era entera para nosotros y nos llamo la atención la magnitud de aquellas piedras en forma de oso, dinosaurio, barco...


Con los montes totalmente blancos, salimos para el nacimiento del río Cuervo con su impresionante cascada debida a la cantidad de agua que había por todos los sitios, no lo resistió ni el desgastado Gore-Tex de nuestras botas


La subida hasta el propio nacimiento se hace por una senda que estaba totalmente blanca


Y el nacimiento es una cueva con un chorro de agua que brota desde todos los posibles agujeros que encuentra


Nos vemos en la siguiente
Raquel y Chao

miércoles, 5 de febrero de 2014

MAÑANA DE NIEBLA, NOCHE DE PASEO - III NOCTURNA

Hay días que te levantas de la cama y luego piensas que bien habría hecho quedándome en ella. Probablemente eso es lo que pensó Álvaro, tras aventurarnos el sábado 25 de enero por vigésimo … no sé, ya he pedido la cuenta, intento de ascender el Torreón de Valdecebollas  y después de haberse metido entre pecho y espalda una buena chuleta, según él, y tan solo cuatro horas de sueño.

Todo empezó, como es frecuente, en la plaza de Astudillo. No había helado, buena noticia. Chao, Álvaro y el que suscribe embarcaron destino a Brañosera. A medida que el perfil de la montaña se nos iba aproximado éramos conscientes de los grises nubarrones, que no hacían presagiar nada bueno. Las quitanieves habían limpiado la carretera hasta el primero de los aparcamientos. No parecía día de grandes aglomeraciones. Un solo coche nos precedía en nuestra aventura. Sin necesidad ajustamos nuestro vehículo al ya existente y en un periquete nos pusimos rumbo al albergue abandonado o malograda estación de esquí del Golobar. 

Nos esperaban algo más de tres kilómetros y los comenzamos con botas, pero la abundante nieve nos obligó a terminarlo con raquetas. En el Golobar nos encontramos con los montañeros del otro coche, con buena camaradería cruzamos unas palabras y nos tildaron de chiflados al hacerles partícipes de nuestra intención de subir al Valdecebollas. La verdad es que el día había empeorado sustancialmente, aguanieve y  niebla no invitaban a disfrutar del ascenso. Pero los alcubilleros somos gente dura, muy dura, y también algo inconsciente, así que nos encaminamos hacia la cumbre, 400 metros por encima de donde nos encontrábamos. Si bien es cierto que para el ascenso se nos unió un cuarto miembro al equipo, que a la postre resulto ser decisivo para acometer nuestro objetivo. Se trataba de un perro. Por sus ascensos rápidos, sus caídas en rodillo, sus revolcones en la nieve, sus deslizamientos de culo observamos que se lo estaba pasando en grande. Al animal le dio tiempo a subir al Torreón y bajar al menos dos o tres veces, pero como buen compañero de cordada mantuvo el ritmo de la marcha, sin querer demostrar su sobrada capacidad. Con gran esfuerzo y no poco frío alcanzamos el collado  Sestil (2042 m), pero a la ya difícil situación metereológica se añadió un nuevo plus, un viento huracanado que parecía arrastrar nuestros cuerpos como si se tratase de hojas caducas. Abortamos nuestro plan inicial. La cumbre del Valdecebollas se nos volvía a resistir; a pesar de tenerla a un tiro de piedra, la niebla nos impedía la vista.


 Emprendimos el descenso. Cansados, empadados y helados alcanzamos el deseado aparcamiento. Al llegar se había llenado todo el parking de coches y de familias que venían a disfrutar de la nieve. Con celeridad nos cambiamos de ropa, ¡hasta los calzoncillos estaban empadados !. Nos despedimos del perro golobareño, con el que Chao había hecho buenas migas. Y nos dirigimos al San Roque para tomar un buen café calentito y poder disfrutar del avituallamiento reservado para la marcha. Pero ¡quién tenía valor para quitarse los guantes!. Esa fue la razón de que no haya mucho material gráfico de esta ruta.

Ya por la tarde todo cambió. En Astudillo el tiempo era una bendición, no hacía frío y ni siquiera hacía viento. Punto de encuentro el bar Bronx. Ismael, puntual, hacía de anfitrión para los otros miembros del club y para los amigos, que habían querido acompañarnos en esta nueva edición de la ruta nocturna y con esta ya son tres años.

El recorrido empezó en la ribera del Pisuerga para hacer cima en ALCUBILLA, a partir de aquí bajo la orientación de Luis Angel, llegamos hasta el borde de Valbonilla y atravesando los recién sembraos llegamos hasta el camino que nos lleva a Pedrosa donde paramos a reponer fuerzas en el bar y dar cuentas de las viandas que teníamos allí preparadas.


 Básicamente tener una excusa para darnos una buena cena. Vamos como el resto de eventos de club, no es algo que salga de lo normal. Esta aventura fue mucho más acogida que la de por la mañana, nos juntamos Javi Vargas, Varona, Juchi, Raquel, Tato y Laura, Illana, Javi y Luis Angel Pérez, Ana Manso, el futuro papá Juanjo, Ester, Churrero, y los tres valientes montañero: Chao, Alvaro y Rodri.





Nos vemos en la siguiente