jueves, 27 de marzo de 2014

RAQUETADA EN POR PICOS DE EUROPA

Sábado de 15 de marzo. Stop. Cumpleaños de Rodrigo. Stop. Tempranera y ya habitual reunión en la plaza de la fuente. Stop. Congregados: Chao, Javi Vargas, Judit, Javi Varona y Rodri. Stop.  Salida hacia Oseja de Sajambre. Stop. Hacia las nueve y media llegada a destino. Stop. No esperéis nuestro regreso hasta la primavera. Stop.

Este corto y sencillo telegrama era el que teníamos intención de enviar desde el valle de Sajambre, a las puertas mismas del desfiladero de los Bellos horadado por el archiconocido río Sella. Pero sólo se quedó en pensamiento, puesto que imaginábamos que en una raquetada organizada lo único que no podía faltar era la nieve. Pues aunque no en exceso, la nieve no decepcionó por su ausencia y pudimos disfrutar de un espléndido paseo por las montañas leonesas. 





Nos convocaron en el pueblo de Oseja, capital del valle de Sajambre. Las diez y media se antojaba una hora un tanto vespertina para el inicio de esta actividad, pero para los alcubilleros no hay plan suficientemente pronto como para desanimarlos. Una Judit, concentrada en la conducción, nos guío puntualmente al valle cantábrico ,y durante el sinuoso descenso por el puerto del Pontón comprobamos que los Red Bull no te dan alas, como publicitan, porque si no nos hubieran adelantado sin necesidad de estar chupando rueda todo el trayecto.
Llegamos con tiempo, mucho tiempo, suficiente para confirmar inscripción, desayunar tranquilamente, comprar nutrientes en una tienda y comprobar decepcionados que el hermano de Calleja no hacia apto de presencia mas que en el cártel que promocionaba la actividad, aunque no faltó un guía con curiosas botas de montaña, de esas que nos ponemos
todos nada más levantarnos de la cama.

¡Claro! No podían ausentarse las pilotos de la escudería Red Bull que, aunque monas, no alcanzaban el nivel de los ángeles de Victoria Secret. Tampoco éstas iban promocionando lencería, sino “¿de qué lo quieres, de frutas del bosque o de lima?”, los nuevos sabores para hacer tragables el ya imbebible brebaje del toro de Vettel. Si alguno quiere uno, yo todavía tengo dos en el frigo. Aunque no dejo de preguntarme cómo habrán llegado allí.
¡Vamos al tema! Se inicio la raquetada con la presentación, al estilo campamento de Lebanza, pero más cutre. Por su puesto no podía faltar el de las zapatillas de andar por casa. Debe ser costumbre caminar en el pueblo ir con ese calzado. Siguieron los consejos y se dio el pistoletazo de salida. Y como si se tratase de una carrera de los autos locos, con el Tierno Doyuna y el patán Risitas a la cabeza de la marcha, nos lanzamos al puerto del Pontón una vez más, esta vez hacia arriba.


Con milimétrica coordinación nos indicaron donde estacionar el buga y ya todo dispuesto para el arranque del paseo. La primera impresión no siempre es la correcta y es que aparentemente no había nieve suficiente como para sacar las raquetas, pero a los pocos metros de ascender ya se hizo necesario el sacarlas de las mochilas y enfundárnosla para casi la totalidad del paseo.




Si al comienzo de la marcha, dudábamos de nuestras cualidades de raquetistas, al final teníamos nuestra moral por las nubes, ese mañana casi inexistentes, pues tal era nuestra desenvoltura y nivel físico que pronto nos vimos tirando del resto de participantes. Aunque claro no era difícil, cuando entre ellos iban retacos de no más de cinco años y sabios montañeros de más de setenta.



Disfrutamos de un paseo espectacular, nos quedamos con ganas de alcanzar la cumbre del pico Pozúa (1908 m), a cuya sombra almorzamos (el resto comieron) y caminamos (ya sin raquetas) entre los riachuelos, que metros más abajo dan forma al río Sella, en el barranco del Infierno.




Como testigos de nuestra aventura los impresionantes Picos de Europa, esa colosal masa pedrera, que no por gigantesca deja de ser hermosa, y que rozábamos casi con la punta de nuestros dedos, puesto que la teníamos ahí mismo, frente a nosotros.
Nada que reseñar, quizás esa sea lo más destacable (bueno a Rodrigo se le olvidaron  nuevamente las polainas, aunque esta vez sin consecuencias).
A las seis de la tarde la comida en Velilla, junto al Carrión, con tortilla, filetes empanados, pan y gajos del Sajambre, fruta, ¡ah! y Red Bull. ¡Ja,ja,ja!. Había que coger fuerza para la noche.
Los alcubilleros somos mujeres y hombres de retos, por eso sabemos que volveremos algún día para hollar la cumbre del Pozúa, que casi tocábamos con nuestros palos.

¡¡¡¡¡¡ NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA!!!!!
Varona, Juchi, Chao, Javi y Rodrigo


P.D. Me ha dicho la Mariví que por favor  si alguien lleva tortilla la prepare sin cebolla, que su hijo también tiene derecho a comer. Gracias por adelantado.

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